La primera vez que fui a París tenía 15 años y no había vuelto desde entonces.
¿Cómo puede ser? No he dejado de preguntármelo desde que hace una semana volví maravillada de la capital francesa.
Mis ganas locas de ir a París vinieron al hacer la lista de viajes 2019. Me di cuenta de que hay muchas ciudades que conocí de niña, con mis padres, que quería re-conocer como adulta. Patearlas y disfrutarlas a mi manera, con mi novio para siempre y, sobre todo, con una cámara en la mano.
Así pues, compramos los billetes y nos plantamos en París donde nos esperaba un solazo primaveral, todos los árboles en flor, y cuatro días por delante para caminarnos la ciudad entera.
¿Que qué hice en Paris y recomiendo encarecidamente? Pues todo esto 🙂
Hospedarte en el barrio de Le Marais
Elegir dónde quedarse en una ciudad grande siempre me ha parecido una decisión difícil. Quieres estar cerca de todo, pero que no sea una zona muy turística, pero que también tenga ambiente, y que tenga restaurantes, y etc,etc,etc.
Después de un rato sentado delante del ordenador investigando y comparando precios, el marido Hugo ( organizador oficial de todos nuestros viajes y que si no fuera por él no iríamos ni a la esquina de la calle) encontró un apartahotel en el céntrico y molón barrio de Le Marais llamado Les patios du Marais.
El complejo está formado por un montón de mini estudios y apartamentos equipados con cocinita, baño y dormitorio, y unidos todos por un patio precioso.
La localización resultó ser perfecta: a 10 minutos de Notre Dame andando, a 20 de la zona del Louvre, y con una parada de metro a 5 minutos.
Todo el barrio está lleno de restaurantes molones, tiendas, parques, supermercados, y todo lo que puedas necesitar.
Sin duda, acierto total.
Desayunar en Partisian Café Artesanal, comer en Sweetea’s, merendar en Scoop Me a Cookie y cenar en Pink Flamingo
Como decía, el barrio está lleno de opciones gastronómicas para todos los gustos y todos los bolsillos. Mis favoritos (y los que recomendaría sin duda) fueron:
Partisian Café Artesanal
De un tiempo a esta parte me he vuelto bastante sibarita con el café y cuando viajo es importante para mí encontrar cafeterías en las que poder tomarme uno bueno. Abajo el café de bar de viejos y viva el café de especialidad, con su crema y sin azúcar.
Dio la casualidad de que al lado de casa estaba Partisian Café Artesanal, una cafetería que era exactamente lo que yo estaba buscando.
Comida coreana en Sweetea`s
En la misma calle en la que estaba el apartamento estaba este restaurante con cola permanente en la puerta y que, sin duda, llamó nuestra atención.
Desde que estuvimos en Japón el año pasado, la comida asiática siempre es bien y cuanta más, mejor.
Probamos los Bibimbap de Sweetea’s, unos bowls con arroz, legumbres, verduras, huevo y lo que tú le quieras añadir, acompañados con sopa miso aparte.
Estaba todo buenísimo y, si sois fans de la comida coreana, os gustará.
(las fotos son de la web del restaurante porque tenía tanta hambre que ni fotos ni nada)
Las galletas de Scoop Me a Cookie
Estábamos tranquilamente sentados en el banco de un parque contemplando la vida parisina de los franceses cuando, de repente, en el banco de enfrente, se sentaron tres amigos con una caja. No veíamos lo que había dentro pero sí sus caras: Estaban maravillados y claramente se iban a comer algo con una pinta espectacular.
Y así fue.
Sacaron de la caja unas cookies con una pinta TAN buena que te daban ganas de pedirle matrimonio a una galleta.
Nos pusimos en modo mirada de águila ON y descubrimos que, las susodichas galletas, eran de Scoop Me a Cookie, situado a escasos metros de dónde estábamos.
Fuimos (claramente) y nos gastamos 18 euros en 5 galletas. Y tan a gusto. Qué cookies. Qué sabores. Qué empacho de dulce.
La pizzería Pink Flamingo
No hay viaje sin pizza y, cada vez que viajamos, buscamos siempre cuál es la mejor de cada ciudad.
Entre las opciones cercanas a nuestra casa estaba esta pizzería rosa fucsia conocida por sus pizzas finas de sabores y combinaciones inusuales pero deliciosas.
Cuando cojas la carta no vas a encontrar la típica pizza de jamón y queso con champiñones, sino recetas innovadoras y a veces locas que te dejarán con el culo torcido cuando las pruebes porque jamás imaginarías que esa combinación de ingredientes pudiera estar tan buena.
Visitar el Palacio de Versalles
Esta fue la principal razón por la que quería ir a París, no os voy a engañar. De un tiempo a esta parte (y más después de visitar los museos Vaticanos en Roma), una de las cosas de lo que más disfruto es de hacer fotos a edificios, estancias, decoración. Y cuánto más cursi, rococó y dorado, mejor que mejor.
Si hay un sitio en la Tierra que reúne todas esas características, y más, eso es el Palacio de Versalles.
Voy a resumir mi visita como sencillamente maravillosa. Insuperable. 300% Síndrome de Stendhal todo el rato. Un jodido placer visual constante.
Y, como si el palacio en sí no fuera ya suficiente, los jardines dan para otras 3 horas de visita.
Antes de llenar este post de fotos, diré que llegar hasta ahí es muy fácil y más rápido de lo que pensaba. Llegas en tren en unos 40 minutos y desde la estación de Versalles tan sólo tienes que caminar 10 minutos.
Yo me saqué la entrada por internet semanas antes y lo recomiendo encarecidamente. También, para verlo con relativamente poca gente y que te de tiempo a ver todos los jardines y edificios secundarios, recomiendo estar ahí a las 9 de la mañana (cuando abre).
Además del edificio principal, hay dos edificios importantes más: El Gran Trianón, donde vivía Maria Antonieta y que es de mármol rosa, y el Pequeño Trianón, junto a la Aldea de la Reina.
Están situados en los jardines, a 1,5km del Palacio, y puedes visitarlos a partir de las 12 de la mañana.
En total, nosotros lo vimos todo en aproximadamente 5 horas y media.
Notre Dame, la plaza del Ayuntamiento y un paseo por el río
Si vas a París no puedes no patearla de arriba abajo. Sin duda, uno de mis recorridos favoritos fue el que incluía la plaza del Ayuntamiento, la catedral de Notre Dame, y el río Sena.
Una vez llegas al puente, puedes caminar por arriba o por abajo, pegado a la orilla del río. Ambas opciones son maravillosas y si tienes tiempo, haz las dos.
Un día en el Louvre, en los jardines de Tullerías y en los Campos Eliseos
Da igual que no seas de ir a museos cuando viajas: El Louvre no te lo puedes perder. Además de poder ver obras tan icónicas como la Mona Lisa o La Venus de Milo, el Louvre es en sí un museo precioso, lleno de arte de todas las épocas hasta los topes y al que merece muchísimo la pena ir al menos una vez en la vida.
Para agilizar nuestra visita y no hacer colas, también sacamos entradas por internet el día antes para ir a primera hora de la mañana, cuando abría el museo.
Otro acierto total.
No sólo pudimos ver la Gioconda sin apenas gente sino que, además, pudimos ver el museo prácticamente entero (hay algunos días que cierran ciertas zonas) y aún nos sobraba toda la tarde para hacer cosas.
Si algo tiene bonito París son sus parques y, cuando salimos del museo, paseamos por el Jardín de Tullerías, lo atravesamos entero, y llegamos a los Campos Eliseos.
La torre Eiffel y el parque Champ de Mars
No puedes ir a París y no ver la Torre Eiffel. Cuando fui con 15 años la subí caminando con mis piernas jóvenes y las vistas son espectaculares.
Esta vez, por falta de tiempo y mucho cansancio, optamos por verla desde abajo, patearnos el parque, y sentarnos a descansar en la colina para tener mejores vistas.
El barrio de Montmartre y la puesta de sol desde la Basílica del Sacre Coeur
A este barrio se le conoce como el «barrio de los pintores» y es la cuna del París más bohemio. Está situado en una colina y desde el centro de París se tarda aproximadamente media hora en metro.
De entre sus edificios más emblemáticos, además del famoso Moulin Rouge, destaca por encima de todos la Basílica del Sacre Coeur. La mejor hora para ir a visitarla es a última hora de la tarde y, si tienes suerte y el cielo está despejado, podrás ver cómo se pone el sol sobre la ciudad de París.
Un último paseo por los Jardines de Luxemburgo
Aprovechamos nuestro último día en París para dar un super paseo e ir caminando desde casa a (otro) de sus emblemáticos parques. Y qué bonito.
Gracias por todo París.
Nos vemos pronto <3