Siempre he pensando que la metáfora de «la vida es como una montaña rusa» estaba
muy bien traída.
Puede que no sea la más ingeniosa de las metáforas pero para mí siempre ha sido la
más certera. Mucho más que la de la caja de bombones.
LA VIDA:
Un viaje que siempre pasa más rápido de lo que esperas por raíles estrechos que
suben y bajan a muchos metros de altura en el que experimentas miedo, euforia y
diversión.
Da miedo del miedo que da.
Y da ganas locas de subirse y gritar.
Supongo que verme a mí misma estando tan contenta mientras estoy sintiendo miedo
ha hecho que no me quite de la cabeza la imagen de mi propia montaña rusa rodeada
de palmeras.
Ellas no siempre estuvieron adornando mis raíles y más de una vez tuve tanto miedo
que ni siquiera podía estar contenta. Yo solo quería que pararan la atracción, que yo
me bajaba de la vida. Que no había otra opción.
Después, con el tiempo, no sé si obligada o por mera supervivencia, empecé a mirar al
miedo de otra forma y lo vi como lo que es: resistencia a cambiar.
Descubrí que todo es una elección y decidí reinterpretar mi propia resistencia y ver al
miedo como un freno que me impedía mejorar.
Y contra eso no temía pelear.
Supongo que es cierto lo de la caja de bombones: «Nunca sabes lo que te va a tocar».
Pero siempre podrás decidir.

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