Si hay algo que se ha convertido en tradición en nuestra vida como pareja diría que es ir una vez al año a Italia a comer pasta (y comer bien en general).
Cuando Hugo cumplió 30 años el año pasado le regalé un viaje sorpresa a Roma porque nunca había estado y porque es una ciudad maravillosa a la que nunca está de más volver. Este año, y por no faltar a la cita con Italia, decidimos ir a Milán y aprovechar que estábamos ahí para conocer el lago Como y algunas ciudades suizas.
Estuvimos de viaje 10 días y la ruta que hicimos fue: Milán-Lago Como-Zúrich-Lucerna-Berna-Ginebra. En cuanto al presupuesto, Italia tiene precios muy muy asequibles pero sin embargo Suiza es insultantemente caro. Comer en restaurantes todos los días es prohibitivo e incluso comprar comida en el supermercado se hace un poco cuesta arriba cuando piensas que en España eso mismo cuesta la mitad de la mitad.
En total, incluyendo aviones, trenes, hoteles y comida, nos gastamos aproximadamente 1000 euros entre los dos.
Como información básica importante, debéis saber que en Suiza no hay roaming por lo que es necesario comprar una tarjeta SIM si queréis tener internet (yo no lo sabía y cuando se me conectó a la antena Suiza lloré fuerte por lo que me cobraron) y, por regla general, cuando te hospedas en hoteles suizos está incluido en la estancia un abono transporte de día para que te muevas por la ciudad gratis. Suele incluir metro, autobuses, tranvías, y algunos trenes pero igualmente infórmate en tu hotel porque varía en cada ciudad.
Tampoco hay euros por lo que, como conté en el post del viaje a California, si no queréis que os cruja vuestro banco con el cambio de divisas, yo os recomiendo usar Revolut o algo similar.
Y dicho esto, vayamos ciudad por ciudad.
MILÁN Y LAGO COMO
Milán es una ciudad pequeña y manejable que puedes ver perfectamente en un fin de semana. Además de hacer una parada obligatoria en el Duomo, en la Galería comercial Vittorio Emanuele II y en el Parque Sempione, mi recomendación es que te pierdas por las calles del centro y pasees sin parar.
En cuanto a dónde comer, en mi perfil de Maprst (@beatriztormenta) tengo guardados un montón de sitios aunque tengo dos claros favoritos: Miscusi para pasta y One Way della Speranza si quieres una buena pizza italiana.
Nosotros vimos todo Milán en un día y medio y dedicamos otro entero a visitar el Lago Como. Está a una hora escasa de Milán en tren y el billete sencillo te cuesta 4,80 euros. La ciudad de Como tiene dos estaciones de tren: una a unos 20 minutos caminando del lago, y otra en el propio lago llamada Lago Como Nord. Nosotros, por un tema de transbordos, nos bajamos en la primera y aprovechamos el paseo hasta el lago para ver la ciudad.
Lo bonito de Como son todos los pintorescos pueblecitos que rodean el lago y que están llenos de preciosas villas italianas en las que querrás quedarte a vivir. La mejor forma de llegar a ellos es en barco y la atracción principal de la zona verás que son los cruceros que van haciendo paradas en cada uno de ellos. Nosotros fuimos a Bellagio, Varenna y Tremezzo.
Según la época del año tienes barcos cada más o menos frecuencia por lo que recomiendo encarecidamente mirar los horarios antes de ir y tener una ruta más o menos preparada. También sucede que, en los meses de frío, la mayoría de los restaurantes están cerrados por ser temporada baja así que, si vas como nosotros en esa época del año, igual llévate un bocata o ten un plan B.
Quitando lo de que todo estaba cerrado, pasamos un día de sol precioso paseando por todos los diferentes pueblitos con la ventaja de que estaban vacíos y sin apenas turistas. Hell yeah.
ZÚRICH
Una de las mejores cosas que tiene viajar en tren de Milán a Zúrich son las vistas. El trayecto dura aproximadamente 3 horas y media y durante el viaje atraviesas los Alpes nevados y pequeños pueblos de montaña. Os podéis imaginar lo bonito que es eso.
Una vez llegas a Zúrich igual te da un patatus con lo caro que es todo de repente pero no te preocupes: las vistas del lago con los Alpes de fondo, las casitas y edificios de colores , y los cisnes nadando por todas partes harán que estar ahí te merezca la pena. Como sucede en Milán, el centro de la ciudad se ve perfectamente en un día y medio y no te va a costar encontrar qué ver porque si la paseas te lo vas a ir encontrando todo.
La única cosa que está un poco más lejos y que se sale un poco de la zona centro es el Üetliberg, o mirador de Zúrich. Puedes ir en transporte público perfectamente y las vistas de la ciudad y de los Alpes desde ahí arriba son impresionantes. Si además vas en Otoño y están todos los árboles naranjas y rojos, mejor que mejor.
Para comer te recomiendo tomar una hamburguesa en el Holy Cow! y un plato de noodles o arroz en el Rice up!. Están buenos y son «baratos».
LUCERNA
Es, sin duda, una de las ciudades más bonitas que he visitado. Antes de ir, todo el mundo me decía que era como un cuento y así es.
Está situada entre las montañas del lago Lucerna y es famosa por conservar elementos arquitectónicos medievales, como el famoso puente Kapellbrücke que lleva ahí desde el siglo XIV. En general pasear Lucerna es una delicia y, aunque en sí no tenga muchas cosas que visitar y puedas incluso hacer una excursión en el día y no quedarte a dormir, sólo verla merece la pena.
Como nosotros nos quedábamos dos días, decidimos aprovechar y subir al Monte Pilatus. Y menudo acierto.
El viaje hasta arriba del todo lo haces en varios tramos de un teleférico que, aunque igual de primeras te parezca caro (cuesta 50 euros cada adulto), merece muchísimo la pena. Las vistas que ves desde ahí arriba (a más de 2000 metros de altitud) parecen sacadas de un cuadro.
Además de subir al mirador, y según la época del año en la que vayas, puedes hacer también otras actividades como senderismo, tirarte en trineo, hacer una excursión en barco por el río, o tirarte por el tobogán más largo de toda Suiza.
BERNA
Si algo bonito tiene viajar en Diciembre a las ciudades centroeuroepeas es que es Navidad en todas partes. Los lagos, los cisnes, la nieve, las calles iluminadas, los mercados y puestos en las plazas. Un cuento 24/7.
No iba a ser menos en Berna.
Nos quedamos dos días y, al ver que todas las ciudades se veían fácilmente en un día, decidimos aprovechar e ir en tren a pasar el día en la cuidad de Thun. De nuevo, menudo acierto.
Tuvimos la suerte de que hacía solazo y desde el lago se podían ver perfectamente las montañas nevadas. Para rematar, en el parque a orillas del lago, había un precioso palacio/ museo rosa. Qué más podía pedir.
Thun, además, tiene un bonito paseo a orillas del río y varios castillos que bien parecen sacados de la peli de La Bella y la Bestia. Una ciudad 100% recomendable.
Por la tarde volvimos a Berna y recorrimos la ciudad hasta que se puso el sol. Al igual que Zúrich o Lucerna, es una cuidad que puedes recorrer entera caminando perfectamente y lo que hay que ver, te lo vas encontrando a tu paso.
GINEBRA
La única razón por la que fuimos a Ginebra fue porque desde ahí el avión de vuelta a Madrid era baratísimo. A cualquiera que le preguntes por esta ciudad te va a decir que hay poco que ver y que no es muy bonita. Y es verdad.
Nunca te diría VE A GINEBRA porque es totalmente prescindible.
Sin embargo, aprovechando que pasábamos ahí nuestro último día antes de volver a casa, decidimos darnos un homenaje y comer en un auténtico restaurante suizo, AKA, comer queso hasta morir.
Sin ser yo una fanática del mismo, tengo un marido que si pudiera se alimentaría sólo de queso el resto de su vida. Así pues, fuimos a comer fondue al Auberge de Savièse.
Sólo diré que cuando cruzas la puerta sientes como si un queso de bola te diera un bofetón en la cara.
Pasamos el día paseando por la ciudad y, sin querer, acabamos en el Jardín Botánico de Ginebra y oye, es precioso. Además estaba vacío y teníamos invernaderos y jardines para nosotros solos. Ver plantas y flores siempre es un planazo.
Terminamos el día merendando tarde unas deliciosas tortitas en Muller´s Factory y poniendo el broche final a un precioso e invernal viaje por Italia y Suiza.