Hace casi tres meses de mi viaje a Dinamarca y Suecia. Sé que debería haberme sentado a escribir este post mucho antes pero ya lo dice el refrán: nunca es tarde si la dicha es buena.
En parte he tardado tanto porque sentía que no tenía muchos tips que aportar porque, básicamente, lo que hicimos fue ver los sitios más típicos de cada ciudad y pasear sin parar (en realidad creo que ese es el mejor tip que puedo dar: Camínatelo todo).
En cuanto a cuánto tiempo ir, creo que ambas ciudades son perfectas para un fin de semana o un puente pues son pequeñas, manejables, y puedes llegar andando (o en bici) a casi todos lados. La única pega es que todo es caro (aunque Suecia es un poco más barata).
Pero bueno, vayamos por partes:
C O P E N H A G U E
La ciudad de las paredes de colores y en la que sentirás que estás en una permanente peli de Wes Anderson.
Pasamos dos días y medio pateando la ciudad y visitando los sitios más típicos como:
- Stroget: Es la calle peatonal más larga del mundo y está llena de las típicas tiendas de capital europea. Si te sales un poco de la calle principal y callejeas, está todo lleno de tiendas molonas y de segunda mano.
- Nyhavn: Es el paseo marítimo de la ciudad y donde están las típicas casas de colores que ves en cualquier estampa de Copenhague.
- El Palacio de Amalienborg: Está muy cerca de Nyhavn y te lo encuentras paseando por las callecitas del barrio.
- Kastellet: Fue una de las cosas que más me gustó. Es una mini ciudad fortificada con forma de estrella y rodeada de agua (y cisnes). El paseo por el parque es precioso (sobre todo si vas en primavera y están los cerezos en flor) y pilla de paso a la estatua de la sirena.
- Christiania: Es un barrio parcialmente autogobernado dentro de la propia ciudad de Copenhague famoso porque dentro de sus fronteras está permitida la venta y consumo de drogas blandas. No merece la pena ir porque sea bonito, sino por pintoresco y por el ambiente que hay.
- El Palads Teatret: De lejos, el cine que más me gusta del mundo. Todas sus paredes son principalmente rosas y llenas de colores.
- Jardines de Tivoli: Es uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo (sino el más) y está en medio de la ciudad. Ahí dentro todo es bonito y, aunque te pille mayor eso de subirte a las atracciones, merece la pena darse un paseo y hacer fotos a todo.
MA L M Ö
Está tan cerca de Copenhague que parece mentira que sea otro país. Es muy pequeñita y tiene un par de parques, el Kungsparken y el Slottsparken, que son preciosos.
Nosotros, en nuestra línea, la pateamos entera y terminamos cenando en un sitio de hamburguesas increíbles llamado Surf Shack. Desde que probamos en Estados Unidos el In & Out y el Shake Shack nos hemos vuelto unos apasionados de las hamburguesas buenas pero guarras y este sitio es justamente eso.
Entrada la noche cogimos un tren cama en la estación central de Malmö con destino Estocolmo. Dormir en un tren y ver el amanecer sueco fue una de las cosas que más mereció la pena del viaje (además de que pagas de una trasporte y un sitio en el que dormir).
E S T O C O L M O
Llegamos a Estocolmo a las 6 de la mañana y, aunque de primeras pudiera parecer un bajón porque qué haces a esas horas en cualquier ciudad, en realidad es la hora perfecta para ir a ver cualquier sitio megaturístico porque lo tienes todo para ti.
Y eso hicimos.
Paseamos por el Gambla Stan, el centro histórico lleno de callecitas estrechas y fachadas de colores, y vimos la mítica plaza Stortoget vacía (éxito total). Después fuimos caminando al Stadhuset, el Ayuntamiento a orillas del mar. Tiene una torre a la que se puede subir pero sólo abre determinadas épocas del año y cuando fuimos estaba cerrada.
Yo no lo sabía pero resulta que Estocolmo está formada por muchísimas islas y si hay algo en la ciudad, son puentes. Vas cruzando de una otra cada dos por tres y cada una de las islas tiene un barrio diferente. Mi favorito y el más molón es el de Södermalm, coronado actualmente como el barrio de moda de Estocolmo.
También, y como teníamos tiempo, decidimos hacer una de las cosas más típicas y turísticas de la ciudad: un crucero. A mí personalmente me encantó y se lo recomendaría a cualquiera que vaya a Estocolmo de visita exprés porque, además de ser agradable, ves y aprendes cosas que casi seguro no sabes de Suecia.
El segundo día lo pasamos paseando por los alrededores del Skansen, un parque/ museo al aire libre / zoo al que nosotros no entramos porque, aunque dicen que es bonito, nos dijeron que era un poco para niños.
Igualmente, todo lo que tiene cerca y el lago que está al lado, bien merecen que los veas.
Al atardecer cogimos el tren de vuelta a Malmö y jamás olvidaré las vistas y el paisaje desde el tren. Qué luz. Qué casas. Qué todo.
Al día siguiente volvimos a Copenhague para coger el avión de vuelta a casa
<3